En las elecciones presidenciales de 2024, Donald Trump sorprendió con una estrategia diferente a lo que nos tiene acostumbrados: el presidente electo no invirtió exclusivamente en anuncios tradicionales en redes sociales, como en su anterior campaña, sino que aprovechó el potencial de los influencers. Todo ello para aprovechar una herramienta mucho más directa y eficaz para llegar a una audiencia que, por lo general, se muestra escéptica frente a la política: los jóvenes. Con el respaldo de influencers y otras figuras, Trump cambió las reglas del juego y mostró que el voto juvenil también responde a nuevas formas de conexión.
Trump, conocido por su habilidad para captar la atención en redes (ya sea para bien o para mal), optó en estas elecciones por dejar de lado los anuncios de Facebook e Instagram. Dirigiendo su atención hacia influencers, por ejemplo de YouTube, y del mundo del podcasting, consiguiendo una campaña mucho más barata. Y es que conocidos influencers como los Nelk Boys y Adin Ross, se convirtieron en embajadores de su mensaje, alcanzando a miles de usuarios que consumen contenido más extenso y directo. Esta vez, en lugar de un simple ‘me gusta’, la campaña buscó una interacción real que generara un vínculo con la audiencia.
Una de las piezas más innovadoras de la estrategia de Trump fue la integración de influencers en eventos políticos. Desde el inicio de la campaña, estas personalidades no solo promovieron su mensaje, sino que también asistieron a los debates y a la Convención Nacional Republicana, reforzando la presencia del partido en las redes sociales. Durante su discurso de victoria, Trump subió al escenario junto a Dana White, CEO de la UFC, quien agradeció personalmente a los influencers por su papel en el triunfo. La lista incluía nombres como Theo Von y Joe Rogan, quienes llegaron a millones de jóvenes, transformando su apoyo en una participación tangible en las urnas.
La influencia de estos rostros conocidos fueron clave para movilizar a un sector de la población que, a menudo, se mantiene al margen del proceso político. De esta manera, la campaña de Trump se adaptó a la nueva generación de votantes, aquellos que prefieren recomendaciones de personas a las que siguen y en las que confían.
El triunfo de Trump en 2024 ofrece una lección sobre el futuro de la publicidad política en la era digital. Frente a un público cada vez más escéptico y menos receptivo a las formas tradicionales de comunicación, la apuesta por influencers con ideas políticas similares y formatos de contenido más largos se ha consolidado como una estrategia poderosa.